Cuando oímos forense siempre imaginamos una especie de Frankenstein que hace cachitos de personas para saber porque ha sido asesinada. Pero es una imagen alejada de la realidad.
Lo primero que debemos saber es que un Forense no es alguien que tiene un Ford, como decía el gran Gila. La palabra forense, en al ámbito jurídico denomina un conjunto de profesionales, técnicos de múltiples ámbitos.
Los más televisivos son los forense-médicos, porque son los que hacen autopsias a los cadáveres, pero hacen muchas más cosas. Imaginemos que alguien denuncia una agresión, quien reconoce las lesiones será un forense y hará un informe que servirá en el proceso para valorar la gravedad y saber.

En la mayoría de los casos el/la agredida irá previamente a un centro médico, y con ese informe luego será visitado por el forense que dará información a los que no son médicos.
En los casos, muy televisivos también, de las agresiones sexuales, la víctima será visitada en un hospital, donde harán, o deberían hacer, un protocolo diseñado para no perder pruebas. Luego el o la forense debería hacer un informe basado en el informe médico. Como todo, a veces se hace muy bien y, a veces, muy mal.
Los más desconocidos son los forenses de otras actividades, por ejemplo, si tenemos una estafa empresarial necesitaremos un economista que haga un informe forense alrededor de esos números incomprensible para el común de los mortales.
Otro gran desconocido es el forense-mecánico, suelen ser ingenieras o mecánicos con amplia formación que nos dirán los daños en un coche accidentado o en lo que vale una máquina que han robado, o el valor de un móvil que alguna mano rápida ha hecho desaparecer.
Una vez, trabajando como abogada, en una explosión con víctimas hubo que buscar, para hacer el informe forense, un experto en explosivos que resultó ser un minero retirado de la cuenca asturiana, auténtico experto en explosivos y en sus resultados.
Músicas del episodio:
Maarten Schellekens – Lounge-It
Ketsa – Treasure